En
este artículo de Alain señala que se le debería enseñar a los niños
a ser feliz pero no solo cuando ocurra una desgracia sino el arte de poder ser
feliz cuando las circunstancias son tolerables y la amargura de la vida se
reduce a pequeños contratiempos y malestares.
El
señala que la primera regla debe ser no hablar con otros de nuestras desgracias
ya seas pasadas o presentes porque las desgracias propias pueden entristecer a
los demás aunque ellos parezcan complaciste de consolarnos. Pues la tristeza es
como un veneno, que nos hace sentir mal y es el sentimiento que se acaba
imponiendo en nuestra vida.
Se
basa en el principio de que si uno no habla de sus tristezas, en poco tiempo
las olvidaras. Antiguamente en la sociedad refinada no se acostumbraba hablar
de las desdichas de uno, ya que contagiaba ese malestar, en una regla que Alain
sugiere que todos debemos seguir. Lo señala con un claro ejemplo, de cuando uno
da una noticia negativa siempre habrán personas que seguirán viéndole el lado
malo, pero nosotros deberíamos ser esa persona que vea algo positivo del
asunto. A mal tiempo, buena cara.
Creo
que estas reglas deberíamos seguirlos todos, especialmente de dejar el
negativismo al lado, ya que lo que esta echo no se podrá cambiar y solo queda
buscar soluciones.
Fuente:
- Artículo publicado el 8 de septiembre de 1910, por el filósofo Alain (seudónimo de
Émile Chartier)
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