“Dadme una docena
de niños sanos, bien formados, y mi propio mundo específico para educarles y
puedo garantizar que tomando cualquiera de ellos al azar y formándole llegara a
ser el tipo de especialista que yo me proponga (doctor, abogado, artista,
comerciante, he incluso mendigo y ladrón) sin tener en cuenta sus talentos,
aficiones, tendencias, capacidades, vocaciones o incluso la raza de sus
antepasados”
Este experimento consiste en una demostración
empírica del condicionamiento clásico y lo realizo Jhon Broadus Watson en 1920.
La influencia de este experimento proviene
de los trabajos de Ivan Pavlov en la que su teoría plantea que el aprendizaje
es consecuencia de la asociación de un estímulo incondicionado a un estímulo
que inicialmente es neutro, pero por la asociación del estímulo incondicionado
se convierte en un estímulo condicionado que da lugar a una respuesta
condicionada.
Las conclusiones del experimento evidencian
la peligrosidad del condicionamiento puesto en marcha, porque significa que la
conducta del individuo puede manipularse. Es posible generar los miedos, los
gustos, las creencias, prejuicios y otros rasgos de la personalidad del ser
humano.
Si bien este experimento ayudo a entender
algunos patrones de comportamiento que normalmente se atribuían a factores biológicos
como la genética, pero la verdad es que si existe una influencia directa a una
seria de mecanismos completamente arraigados en nuestra sociedad de los que no
somos conscientes pero que condicionan nuestra conducta.
Este experimento fue altamente controversia
y cuestionada, ya que lo más posible es que haya dejado muchas secuelas en el
niño al haber condicionado su comportamiento. Sin embargo, fue de gran ayuda en
la sociedad.
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